viernes, 5 de octubre de 2007

David Rodríguez

Curioso esto de estar "de Rodríguez" (no he encontrado el origen de la expresión, si alguien lo sabe que lo diga). Por primera vez desde que me casé, me he quedado solo más de un par de días, y es toda una experiencia. Lo primero... libertad de obra y de pensamiento. Inmediatamente después, culpabilidad por este primer descubrimiento, pero efímera. Lo siguiente es acordarte de tu mujer. Echarla de menos viene pero no a la vez, un rato después. Y este ciclo se repite a lo largo de los días.

Por otra parte, estoy aprovechando para hacer cosas que no habría hecho con Rana aquí: montañismo el sábado (ella habría venido pero lo de subir la montaña era mucho pedir y quizás yo me habría acojonngojado también); ir a Oktoberfest el martes, cogiendo un día libre y todo (esto lo contaré el fin de semana); dejar que los platos sucios, la ropa sucia y la barba sin afeitar se acumulen un par de días; y cosas así. En fin, no mola mucho que se haya ido, pero hay que ver lo bueno.

Todo esto es lo clásico, pero en mi caso... ¡no me gusta! Estaba convirtiéndome (muy) poco a poco en alguien disciplinado, y ahora es tán fácil caer en la tentación. Lo bueno es que en parte lo hacía para mí mismo, pero he retrocedido bastante. Lo malo de estar acostumbrado a vivir solo. Claro que eso cambiará muy pronto de nuevo...

Hoy tengo la tercera cena mensual con el grupo de españoles de Linz, cómo pasa el tiempo...

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