
Lo más interesante del día fue subir a la iglesia de Pöstlingberg, que está en una colina al norte de la ciudad; puedes coger un trenecito antiguo que te sube con calma en media hora, o puedes ir andando como hicimos nosotros (una hora cuesta arriba, nada realmente difícil). Desde allí hay una buena vista de Linz, de hecho hay varias cosillas que ver (un tren que entra en una cueva decorada con figuritas y tal) pero no hicimos nada de eso, la próxima vez.
El resto del finde no he hecho gran cosa, salvo ir a dos mercadillos. Es curioso ver todo tipo de trastos que la gente vende, y de vez en cuando encontrarse la foto del abuelo de cuando era soldado y tenía veinte años, o unos documentos viejos con simbología nazi, o postales antiquísimas. Yo sólo quería comprar un diccionario de alemán a español o inglés, y si eso algún juego de mesa para entretenernos en casa, pero no encontré; lo que sí encontré fue un escáner por cinco euros, y funciona de maravilla. La semana que viene iré otra vez, más temprano... aguantando las ganas de comprar tonterías, que luego se llena la casa de trastos y no quiero que a Rana le dé algo cuando vuelva.
1 comentario:
Donde encontraste el mercadillo?
Caguen la leche, no conocia esa existencia.
Por cierto, despues de la excursion al monte no te costaria nada hacer lo de postlinberg.
Publicar un comentario