sábado, 3 de julio de 2010

Torre de marfil

Mi respuesta a la pregunta "¿para qué vale lo que tú haces?" siempre es la misma: "para nada". (En realidad no me pregunta nunca nadie, es autoevaluación). Y hoy me he dado cuenta de que en ese sentido no soy distinto de un artista por ejemplo (estaba escuchando a Chambao en ese momento)... lo que hago no tiene valor inmediato, la vida de nadie no va a mejorar gracias a mis resultados científicos, lo que yo pueda aportar a la sociedad es a otro nivel. Claro, viendo lo mal que viven muchos en el mundo (y no es que yo viva muy bien, aunque sí mucho mejor que la mayoría en algunos sentidos), ¿cómo seguir manteniendo a gente como yo? Cierto. Estaría de acuerdo en librarse de gente como yo si fuera para el bien común. Pero cuando cortan presupuestos públicos de investigación y quitan dinero a las universidades, no es para dárselo a los pobres (si la idea fuera dar cosas a los pobres, ¿por qué no darles las de los ricos?). En cualquier caso, por lo que a mí me toca, siento la necesidad de compensar los beneficios que tengo y que muchos no tienen yendo más allá en la mejora del mundo. Me apena un poco pensar que mucha gente en situación parecida a la mía, es decir con supuesta libertad de pensamiento por su entorno de trabajo, no lo ven así ni mucho menos (o esa es mi opinión).

2 comentarios:

Juanjo Paniagua dijo...

Sé que sabes bien lo importante de la investigación y tus palabras son una reflexión en voz alta desde una posición de gran autocrítica, pero lo último que necesitamos es un investigador que se cuestione la necesidad de su trabajo. Nunca se sabe que político tonto (valga la rebundancia) te puede leer.

David Sevilla dijo...

Eso me parece poco razonable. Es decir, en vez de preocuparnos porque un político pueda tomar una decisión basada en mi blog, es mejor que nos ocupemos de cambiar el hecho de que un alguien tenga tanto poder como para hacer eso (o muchas otras cosas) porque le apetezca.