A base de navegar por internet se va encontrando uno con un programa para editar páginas web, otro de agenda de contactos, etc., que dicen hacer lo mismo que los programas comerciales pero con la ventaja de ser gratis. Cada vez hay más... hay una especie de movimiento social en contra del software comercial. De hecho, a esto se une la filosofía open source: el código de muchos de estos programas está accesible en internet, para cualquiera que quiera saber cómo funcionan. Esto tiene como mínimo dos ventajas importantes: cuando hay un problema con el código (bugs, virus, o simples mejoras), mucha gente puede colaborar en arreglarlo. Además, así sabe uno que si usa ese programa tiene la garantía de que no va a hacer cosas malintencionadas, como robarnos información privada, porque está todo a la vista.
Yo cada vez voy estando más convencido de que, por ejemplo, usar una versión pirateada de Windows no da dinero directamente a Microsoft, pero ayuda indirectamente, pues propicia que se haga más software para ese sistema operativo por la gran cantidad de usuarios, lo que nos hace globalmente más dependientes de él. En referencia a lo de arriba, el código de Windows es secreto (como la fórmula de la Coca Cola): nadie sabe a ciencia cierta cómo funciona Windows en su totalidad, si tiene trampas que saltarán en un futuro, etc.
Alguien dirá: "¿y qué más da? Total, no pago por ninguno de mis programas...". Claro, por qué pagar cuando puedes no hacerlo (la otra cara de la moneda es piratear el programa y se acabó el problema). Una salida aceptable para muchos, siempre que no te pillen.
Luego están las cosas gratis pero no abiertas, como los muchos servicios de Google. Claro, que algo sacan: aparte de los beneficios por publicidad que tenemos en muchas páginas, los usuarios somos la fuente de cantidades enormes de información estadística. Por ejemplo, seguro que de los millones que usamos Gmail salen interesantes estadísticas sobre uso del correo electrónico que ningún programa de email que se instale localmente podría haber recopilado.
En fin, por mi parte hace ya tiempo que me ronda la cabeza eso de salir del lado oscuro de una vez, así que estoy haciendo una lista de programas que me instalaré el día que me ponga Linux. Esto puede pasar pronto o tarde, lo más tarde cuando deje de funcionar mi querido portátil, que lleva conmigo varios años sin haber hecho más que perder color, borrarse algunas teclas y calentarse más de la cuenta.
Ahora me ha dado un ataque agudo de vagancia así que ya pondré en otro momento esa lista de programas. Claro, como en algunos de ellos he hecho verdadero periodismo de investigación para elegir, me tocaría escribir un buen rato... ahí oigo llegar el fin de semana...
viernes, 8 de agosto de 2008
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